Dudas y quejas sobrela política de prevención
Médicos y dirigentes sostienen que los estudios que les exige la URBA a sus jugadores son de poco aporte y muy caros; alerta sobre una posible deserción
Por Nicolás Balinotti
De la Redacción de LA NACION
Una luz de incertidumbre envuelve a la nueva política de prevención que adoptó la Unión de Rugby de Buenos Aires (URBA). Tras la nota que publicó ayer LA NACION, se avivó la polémica por los estudios médicos más amplios que exige la unión para esta temporada. A la discordia por los altos costos y la posible deserción de jugadores, ahora se le sumó la duda sobre la verdadera consistencia de los exámenes.
El formulario que requiere la URBA a sus jugadores es ahora más complejo. La ficha de apto médico deberá ser acompañada por una ergometría, un ecocardiograma y una radiografía de columna cervical.
"Esto no hace más que encarecer los estudios. La idea es evitar la muerte súbita porque las lesiones cervicales son inevitables en todos los deportes de contacto. Necesitaríamos un método altamente perfecto para poder excluir a los chicos no aptos. Pero el valor predictivo de la ergometría es de un caso cada mil por año. Su validez en jóvenes es casi nula. Es útil y necesario hacer estudios responsables. El rugby está tomando un carácter elitista y está dejando afuera a muchos jugadores que no cuentan con obra social y no pueden afrontar los gastos", lamentó el cardiólogo José Torre Guitar, que además es entrenador de la M-22 de Regatas de Bella Vista.
En una aclaración de lo publicado ayer, Héctor Kunik, presidente de la Asociación Metropolitana de Medicina del Deporte, expuso: "El uso generalizado de la ergometría no aportaría beneficios apreciables ya que no predice si los accidentes cardiológicos graves se producirán durante el ejercicio. Una prueba ergométrica negativa no implica garantía de participación segura. El ecocardiograma tampoco arroja datos de relevancia clínica. Además, los formularios entregados por algunas instituciones a sus deportistas para ser completados por algún médico, y en los que se solicitan determinados estudios, no constituyen un certificado médico y su valor legal es dudoso".
Según los médicos, los nuevos estudios no garantizan que disminuya el riesgo. La nueva política de prevención de la URBA dejó al descubierto el problema económico de varios clubes y es una amenaza latente para que muchos jugadores abandonen el rugby. Ayer, en el comienzo de la actividad en el Grupo III y IV, aproximadamente unos 50 rugbiers no pudieron participar por no cumplir en tiempo y forma con el apto médico, de acuerdo con la información que ofreció un dirigente de la URBA a LA NACION.
El estudio tiene un costo de 250 a 300 pesos y es obligatorio para poder jugar. Debido al incumplimiento y al pedido de la mayoría de los clubes, la URBA extendió el plazo de presentación hasta el 30 de abril próximo. Como se publicó ayer, hay instituciones que están apelando a fuentes de autofinanciamiento para no perder jugadores.
"Ni el Comité Olímpico Internacional ni la NBA exigen semejantes estudios. En el camino a la profesionalización se le está soltando la mano a la mayoría de los jugadores. Como barato, el estudio puede costar 300 pesos. Por eso hay muchos clubes, sobre todo del conurbano bonaerense, que no pueden pagarlo. Y en el interior la situación es todavía peor. Mientras que Lapasset [presidente de la IRB] viene con 8 millones de dólares, hay 5000 chicos que están por quedarse sin poder jugar. Están atentando contra el rugby amateur por focalizarse en un grupo de jugadores para exportar", criticó Marcos Julianes, presidente de Virreyes. El club de San Fernando logró un convenio, a través del Conicet, con el hospital Durand, donde se realizaron los estudios los 450 jugadores activos que tiene el club.
3 son los jugadores de rugby que fallecieron el año pasado en Buenos Aires. Por esta temporada trágica, la URBA fortaleció su política para disminuir el riesgo.
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